El rincón del pediatra

Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565

El vómito es un síntoma, no una enfermedad y lo definimos como la expulsión enérgica del contenido gástrico por la boca. Al vomitar se produce una contracción intensa del diafragma y de la musculatura abdominal con el cierre del píloro que es el esfínter que comunica el estómago con el duodeno, la relajación del cardias que es el esfínter que comunica el esófago con el estómago, la inhibición de la respiración, el cierre de la glotis y la elevación del paladar blando para cerrar la rinofaringe lo que impide que el contenido gástrico pase a las vias respiratorias. Este chorro de acontecimientos es lo que precede al vómito, además suelen existir nauseas previas caracterizadas por una sensación de muecas, palidez, sudoración, salivación y rechazo del alimento.

Las causas del vómito son múltiples y dependerá de la edad de aparición. En el neonato (etapa entre el nacimiento y el mes de vida) podemos encontrarnos con vómitos por varios motivos, los más habituales son por la existencia de flemas o ingestión de sangre o material del parto, esto es habitual y no tiene importancia pero ojo, si el vómito en el recién nacido es verdoso y se acompaña de distensión abdominal, habrá que pensar en una obstrucción o estenosis intestinal, cuadro grave que requerirá el concurso del cirujano pediátrico. Antes de terminar el periodo neonatal, sobre las tres semanas de vida algunos niños inician vómitos en escopetazo tras las tomas, en estos casos deberemos de descartar la presencia de una estenosis hipertrófica de píloro que es un cuadro quirúrgico, con buen pronóstico que se produce por el cierre del esfínter pilórico que hace que el contenido gástrico no pueda seguir su curso habitual. En el lactante que es la etapa comprendida entre el mes y los dos años las causas de vómitos suelen ser de carácter infeccioso como gastroenteritis, infección de orina, otitis y meningitis, de causa alérgica como son las intolerancias alimentarias y las de final quirúrgico como las invaginaciones intestinales que precisan evaluación inmediata por el pediatra por la posibilidad de poder solucionarlas mediante enemas de aire o bario sin tener que llegar al quirófano. Además, en esta etapa de la vida son muy frecuentes las regurgitaciones ocasionadas por la existencia de un reflujo gastro esofágico, patología que por su frecuencia e importancia trataremos en otro artículo. En el preescolar y escolar las causas también suelen ser como en el lactante de etiología infecciosa, aunque en esta época deberemos de prestan especial atención a los transgresiones dietéticas, los de causa psicológica y por supuesto las apendicitis agudas. Por último en la adolescencia, además de tomas las causas reseñadas anteriormente para las diversas etapas de la vida, deberemos de vigilar los cuadros de anorexia y bulimia (artículos publicados en el Rincón del Pediatra el 15 y 28 de febrero de 2008) cuyo síntoma capital es el vómito.

En todas las edades, tras un traumatismo en la cabeza deberemos vigilar la existencia de vómitos que será uno de los síntomas de aviso de que pueda existir algún tipo de secuela cerebral tras el golpe.
En general, para el Pediatra es muy importante para el diagnóstico de la causa del vómito el recabar información sobre la edad de aparición, la relación con la toma de alimentos, las características de vómito (mucosas, biliosos, con sangre, etc.), la forma e intensidad del mismo, la presencia de otros signos acompañantes y la repercusión del vómito sobre el estado nutritivo del niño o de la niña. Con esta información y la exploración física del paciente, el especialista podrá actuar e intentar solucionar el problema.