El rincón del pediatra

Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565

El catarro o infección respiratoria superior, es la patología, afortunadamente, más habitual en el niño, sobre todo en los menores de 3 años. Digo afortunadamente ya que en la mayor parte de casos se cura sin complicaciones y beneficia al que lo padece al reforzar sus defensas frente al virus causante lo que da lugar a una inmunidad adquirida que impedirá que en el futuro sea nuevamente infectado por ese germen. Se ha vacunado de forma natural y eso explica que conforme se van haciendo más mayores, los cuadros catarrales disminuyan en intensidad y frecuencia.

La causa en la mayor parte de los casos es vírica y se suele manifestar como todos conocemos por malestar general, falta de apetito, secreción nasal, tos, conjuntivitis, dolor al tragar y fiebre más o menos intensa. Estos síntomas pueden aparecer en conjunto o sólo presentar unos pocos dependiendo de la intensidad, edad y estado de salud previo. El diagnóstico nos viene dado por la sintomatología y no es preciso el realizar ningún tipo de prueba o análisis para confirmarlo. Su evolución es recortada en el tiempo y no suele durar más de una semana y si así fuera, estaríamos hablando de un segundo catarro que se ha añadido al anterior por lo que la sensación de los padres es que el niño tiene una infección que le está durando mucho cuando en realidad son varias infecciones diferentes que se concatenan. El tratamiento es de sobra conocido, reposo en casa, dieta blanda, buena hidratación, antitérmicos si fuera necesario y en algunas ocasiones algún descongestivo o un antitusivo si la tos es muy seca de garganta.

La prevención frente a estos cuadros comprende varias cosas como son el mantener aireada la habitación del niño y que no comparta cuarto con los padres si es posible. El uso del chupete también está muy relacionado con los contagios por lo que recomendamos a partir de los 2 años o antes si el lactante va a la guardería el retirarlo, con lo que conseguiremos que no intercambien virus y mocos en la guardería. El lavado de manos es fundamental en las personas que conviven con los niños, tanto de padres como de los maestros, así como el empleo de mascarillas cuando cojamos a los bebés más pequeños si estamos resfriados. La lactancia materna es un buen aliado frente a esta patología ya que sobre todo en los más pequeños sabemos que les aporta un montón de inmunoglobulinas que la harán más resistentes a los mismos. No utilicemos los antibióticos «de motu proprio», nuestro pediatra será en encargado de prescribirlos si piensa que el cuadro se ha sobre infectado por una bacteria que precise del concurso de los mismos y no los administremos los padres por iniciativa propia.

Es importante para mantener las defensas altas el llevar un régimen de vida saludable con una alimentación equilibrada, descanso nocturno suficiente, ejercicio físico adecuado a la edad del niño y ambiente libre de humos en casa ya que se ha demostrado que los hijos de padres o madres fumadores son más propensos a cuadros catarrales y a otras patologías pulmonares como asma y neumonías que los niños que disfrutan de un ambiente limpio de estos irritantes. El tener un hijo, es una buena disculpa para dejar de fumar.

El empleo de la vacuna antigripal en el inicio del otoño se debe administrar a pacientes de riesgo como los niños con problemas de corazón, de pulmón o afectos de algún tipo de deficiencia inmunitaria entre otras indicaciones. Además, esta vacuna se puede administrar también a niños sin patología de importancia, los padres la pueden solicitar al pediatra de su hijo y él valorará en cada caso su posible recomendación.