El rincón del pediatra

Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565

En la actualidad, la alergia a la leche de vaca o más en concreto a la proteína de la leche es una patología que con frecuencia vemos en la consulta pediátrica y que afecta a un número importante de niños, habiéndose denominado en muchas ocasiones como hipersensibilidad, intolerancia o alergia, aunque el término adecuado sería este último. Para su clasificación nos basamos en la existencia de reacciones mediadas por la inmunoglobulina E (IgE) que es un marcador de alergia y si está elevado en el caso de la lecha de vaca hablaremos de alergia a la leche de vaca de tipo inmediato. Por otro lado tenemos las no mediadas por la IgE en la que los valores de la misma son normales pero existe efectivamente una alergia a dicha proteína.

El porcentaje de niños menores de 1 años afectados llega casi al 7% de la población, si uno de los progenitores la padece, el riego aumenta hasta un 40% y si son ambos, puede llegar al 60%. La lactancia materna protege frente a este trastorno, además, los lactantes alimentado con leche materna tienen menos posibilidad de padecer cuadros bronquiales e intestinales y se ha demostrado que es uno de los factores que puede proteger frente a la muerte súbita por lo que deberemos recomendar la lactancia materna como alimento único a todos los lactantes hasta los 6 meses de vida para luego seguir con ella pero completándola con otros alimentos. Los niños alimentados con leche artificial tienen más posibilidad de desarrollar esta enfermedad.

Clínicamente se manifiesta por síntomas muy variados que van desde erupciones cutáneas tipo urticariforme, reacciones respiratorias como rinitis, hipersecreción bronquial y tos, conjuntivitis y edema palpebral y por supuesto cuadros digestivos con vómitos, diarrea o estreñimiento y cólicos, traduciéndose todo esto en un desmedro del niño si no actuamos con premura en su diagnóstico y tratamiento. Si tenemos una IgE especifica de leche de vaca elevada, la sintomatología será más de tipo urticariforme, afectación de la mucosa oral al contactar la leche, dermatitis atópica, siendo más raros los cuadros respiratorios como rinitis o dificultad respiratoria pero deberemos tener cuidado con la posibilidad de un cuadro de shock en los casos más extremos que podría ser mortal. Por otro lado cuando los valores de la IgE son normales, la clínica será más de tipo gastrointestinal con diarrea muco sanguinolenta o estreñimiento acompañado por vómitos en muchos casos. La anemia será al final una consecuencia de ambos tipos de alergia al existir a la postre un cuadro de malabsorción intestinal en el que el hierro se verá afectado.

El diagnóstico se basa en una buena historia clínica del paciente con investigación de antecedentes familiares y realización de exploración física detallada. Si el lactante está tomado lactancia materna y sospechamos una alergia a la leche de vaca deberemos seguir con el pecho pero eliminando de la dieta de la madre tanto la leche como sus derivados así como el huevo durante 4 semanas. Si mejoran los síntomas en el bebé, reintroduciremos la proteína de vaca en la alimentación de la madre. Si el lactante no manifiesta síntomas, seguiremos alimentación normal en la madre y no haremos nada más. En el caso que al volver a dar una dieta con proteínas de vaca a la madre el bebé reinicie los síntomas, nuestra actitud será volver a quitar la proteína de la vaca de la alimentación materna y si damos suplementos de leche artificial al niño, dar una formula hidrolizada y evitar la proteína de vaca de los alimentos que le introduzcamos. Pasados 6 meses volveremos a intentar reintroducir la leche de vaca. Si el lactante toma lactancia artificial, daremos una formula exenta de dicha proteína y valoraremos evolución.

Una IgE elevada específica para la proteína de vaca nos hará ser cautos a la hora de introducir dicha proteína y cuando lo hagamos, será en un centro hospitalario por si existiera una reacción anafiláctica importante poder actual de inmediato.

El tratamiento final como es lógico es la supresión de la leche y derivados en la dieta del niño dándole un sustitutivo nutricional adecuado y suplemento de calcio. Esto será suficiente para solucionar el problema aunque deberemos de investigar la presencia de otros tipos de alergia que pueden coexistir con esta.